jueves, 1 de noviembre de 2012

ABORDAJE INFANTO JUVENIL EN SITUACION DE RIESGO


Autora: MSc. Jersomina Sucre Morao  Educadora y Orientadora Conductual.
E-mail:minasucrem@yahoo.com


La ausencia de normas preestablecidas en el hogar, en la escuela y en un grupo social, da pie de que niños y adolescentes  se comporten de forma indisciplinada, manifestando conductas disruptivas.  Esto a su vez, puede generar otras conductas inadecuadas tales como: conductas agresivas y conducta de hurto; de no ser orientado adecuadamente por una persona profesional en el área de la orientación de la conducta, Terapeuta de la Conducta, Psicólogo, Psiquiatra, entre otros, puede transformarse en un trastorno disocial más adelante.

Además, se preguntarán ¿Cuáles serán las posibles causas que provocan la manifestación de esas conductas que provocan la manifestación de esas conductas en niños y adolescentes? Para la autora, está relacionada por varios factores correlaciónales y descriptivos que causales, ya que en su mayoría son de situación de riesgo.

Para Riso (2006) riesgo “se refiere a la influencia de aquellas variables que están empíricamente asociadas con el incremento de la probabilidad de que el desorden aparezca” (p.119) y que desencadena la manifestación de conductas inadecuadas ya antes mencionada.

Ahora, se presenta algunos posibles factores correlaciónales de situación de riesgo de índole externo, tales como: Juegos de azar, Hurto, robo, engaño, Vandalaje, Prostitución Infantil, Tráfico de drogas y armas, Entre otros. Y, otros de índole interno: Accidentes domésticos, Conflictos comunicacionales familiares, Alcoholismo, Drogadicción, Violencia familiar, Promiscuidad, Enfermedades crónicas de algunos de los padres, Fallecimiento súbito y/o mortal de algunos de los padres, Suicidio, Duelo, Entre otros.

Lo antes expuesto, es resultado de diversas formas de aprendizaje que el niño y adolescente ha aprendido en el hogar, en la escuela y en el ambiente social que lo circunde. Siendo esto,  posible de identificar a través de las distintas teorías del aprendizaje desde el punto de vista Cognoscitivo (J. Piaget, L Vigostky); Kurt Lewin, Kôkler, Cognitiva (A. Ellis, A. Beck,  entre otros) y conductuales (I. Pavlov, J.B. Watson, Skinner, Bandura, Hull, Guthrie, Rotter,  entre otros).

 Por ejemplo, desde el punto de vista de Bandura el niño aprende por observación e imitación que más adelante modelará conductas de modelos significantes para él o ella, de forma negativa e inadecuada para su formación integral. Así mismo, la agresividad es una conducta no operativa, que trae consecuencias a corto y largo plazo para quien la emite y para quienes lo rodean, pudiendo llegar a convertirse en una manera de comportarse, como forma general de cotidianidad y desencadenar sucesos realmente lamentables para todos los involucrados. Por consiguiente, la familia y sus relaciones surgen como generadora de las conductas agresivas de los niños y niñas.

Sin embargo, si se empleará estas teorías a favor de la educación y en la dinámica familiar sería más provechosa para todos los miembros que la conforman e incluso para el afectado(a) que suelen ser niños, niñas y adolescentes. Así mismo, una de las técnicas conductuales para abordar una conducta inadecuada es empleando Un reforzador positivo: es un estimulo que sigue a una respuesta y la fortalece, es decir, incrementa la probabilidad de que la respuesta aparezca en la misma situación.

Podría utilizarse, el reforzador social (elogios sociales: un abrazo acompañado de expresiones verbales). También, el elogio verbal es efectivo tales como: ¡Qué inteligente eres! ¡Eres una niña creativa!  ¡Qué amable eres! ¡Me agrada tu compañía!

 Así mismo, existen otros reforzadores que podría utilizarse con mucha prudencia son los consumibles. La cual, deben estar graduados su uso; dado que su uso prolongado, perdería su efecto correctivo. Tales como: dulces de su preferencia, helados o bebidas que le permitirán reforzar con seguridad las conductas positivas en su hijo o hija.

 Además, evite, las explicaciones si pero…; al contrario, elogie de forma eficaz corto, preciso y conciso. Ejemplo: ¡Qué bien, lo has hecho!  ¡Hijo, lo felicito! (expresión verbal acompañado de gesto expresivo: besos, palmada o abrazo). Por consiguiente,  respete el valor que tienen su hijo e hija por el hecho de ser una persona inteligente, creativa, valiosa e irrepetible. ©

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